Intenté seguir mi propio camino, ser el perfecto ejemplo de como seguir adelante cuando tu ausencia ardía en mi interior, decirle adiós al pasado y enterrar mis recuerdos, lo más hondo posible, no quería que aquello volviera a salir a flote y me hiciera tropezar de nuevo, y estrellarme contra la fría realidad. Levantarme de nuevo, para inevitablemente volver a caer.
Desde aquel maldito primer día, supe que te llevaría dentro. Y esperé, sin verdaderamente tener esperanzas de tu nueva llegada. Pensé que te habías ido para siempre, un mudo adiós que nunca nadie llegaría a pronunciar.
Pero ahí estabas tu allí de nuevo, para fusilarme por dentro y vaciar mi cabeza de toda razón. Para pronunciar ese tímido e hiriente adiós, porque no especificaste que esta vez si era para siempre.
Para irte y no volver. Esfumándose lejos, perdiéndote entre la atmósfera fría de un lugar demasiado lejano y difícil de alcanzar, al que yo no podré llegar.
¿Y que me quedaría a mí? Esperar de nuevo, perder el tiempo, malgastarlo y desecharlo en una causa perdida, esperanza sin vida.
Me he pasado demasiado tiempo esperando, con mi mente perdida en algún punto del espacio, flotando fuera de mí, pero siempre a tu alrededor. Deseé ser una mosca pegada a la pared de tu habitación, para poder observarte eternamente en silencio, para ver tu sonrisa una vez más...
Hasta que el cansancio y la insatisfacción llamaron a mi puerta. Me cansé, estoy enferma por sentir esto por ti, cuando se que a ti lo que a mí me pase te importa un carajo. Nunca fui ni seré nada en tu mundo, un vago recuerdo de un verano que pasó.
Desgraciadamente, aunque diga que me haya olvidado de ti...
Te seguiré llevando en algún sitio, siempre veré tus ojos en mi mente cuando suene Titanic.
Esperaré eternamente y en silencio tu regreso.
Y aunque la distancia que nos separe sea abismal.
Yo siempre permaneceré aquí,
llevando tu recuerdo cosido a mis talones
Esperando y extrañando aquellas estúpidas cosas
que en realidad no son nada
Pero para mí lo son todo